Imagen del anestesista Giovanni Quintella Bezerra en momentos de su detención por la policía.
Una gran conmoción ha producido en la opinión pública brasileña, el caso del anestesista que se aprovechaba de las mujeres cuando iban a dar a luz.
Giovanni Quintella Bezerra de 32 años trabajaba como médico anestesista en el Hospital de la mujer Heloneida Studart en el área metropolitana de Río de Janeiro.
El último atropello por el que fue detenido lo cometió contra Thamires Souza Reis da Silva Ribeiro de 23 años, quien concibió mellizos y uno de los cuales nació prematuro y murió al poco tiempo. Thamires Souza desconsolada se queja por no haber podido conocer al neonato fallecido, debido a lo adormecida que había quedado por la profundidad de sueño que le había producido los sedantes suministrados por el anestesista.
Para dar la anestesia a sus víctimas Quiñones disponía un paraban a la altura de la cabeza de la paciente que le impedía ver con claridad al resto del equipo de médicos y enfermeras lo que ocurría en el área de trabajo de Quiñónes.
Uno de los empleados le dijo a la policía que: “Giovanni siempre estaba frente al cuello y la cabeza del paciente, obstruyendo el campo de visión de cualquiera” en la sala de operaciones.
Otra actitud extraña de Quiñones era que no permitía la presencia de la pareja en el momento del parto, lo que es permitido en la mayoría de las instituciones.
Wagner Pena Sarmento, de 39 años y marido de la joven, contó que Bezerra le obligó a salir de la sala. «Él no alegó nada (…) no discutí porque pensaba que era un procedimiento normal», explicó.
Las enfermeras comenzaron a desconfiar de la actitud de Quiñones que tenía una actitud muy inusual, al suministrar dosis tan altas de sedantes a los pacientes y los extraños movimientos que realizaba mientras parecía estar en sus funciones.
Finalmente las enfermeras intrigadas con la tan extraña conducta del anestesista, decidieron filmarlo sin que este se percatara.
Anestesista grabado por las enfermeras
Una vez observado el video, las enfermeras quedaron consternadas por las monstruosas prácticas de Quiñones mientras realizaba sus procedimientos. El anestesista introducía su pene en la boca de las pacientes y tras unos movimientos eyaculaba.
La alarma producida por las imágenes, llevaron a las enfermeras a comunicarlo a la policía, quien se presentó y detuvo al anestesista aun en su misma ropa de trabajo.
En declaraciones a O Globo, la joven explicó que la sedaron tanto que no pudo presenciar el parto ni conocer a su hijo, que nació prematuro y falleció al día siguiente. Su familia afirma que cuando Thamires salió de la sala de parto tenía en la cara manchas blancas, y ahora creen que podían ser restos de semen de Giovanni.
La madre de Thamirez relató, que su hija estaba tan dopada que no despertó hasta el día siguiente del parto, agregando:
«Me di cuenta cuando llegó al cuatro que tenía algunas manchas, no sabía de qué eran. La cara de mi hija estaba pegajosa y brillante (…) Incluso pensé que era un medicamento que le habían puesto en la cara».
La comisaria encargada del caso, Bárbara Lomba, dijo estar horrorizada por lo que la investigación está desvelando. «Nunca había visto algo así. Tengo 21 años de experiencia en la Policía y estamos acostumbrados a atrocidades y todo tipo de violencia», aseveró.
La policía realiza las pesquisas necesarias para determinar cuántas otras veces Quiñones repitió sus deplorables mañas.
