

Putin tiene 69 años, de pequeña estatura, semisenil y tan paranoico incluso con el círculo interno que vive en su búnker aislado de todos y fuera de contacto con la realidad. Esta criatura apenas puede hilvanar una oración en público sin un teleprompter y ni siquiera sabe cómo encender una PC, y mucho menos usar un teléfono inteligente, por lo que no es de extrañar que realmente pensara que Ucrania recibiría a los soldados rusos con los brazos abiertos y caería en tres días.
Zelensky es un ex actor que, como presidente a los 41 años y sin experiencia política previa, obtuvo un apoyo abrumador y actualmente disfruta de un índice de aprobación más alto en Ucrania que Putin en Rusia. Es accesible, no se esconde de sus ciudadanos y no huye del país, es un experto en tecnología y su marca registrada “Necesito munición”, frase que será recordada junto con “Caesar’s Veni, vidi, vici” y “Churchill’s Never”. Rudas palabras que jamás haya pronunciado un líder, independientemente de cómo termine esta guerra.
Putin pasó 22 años tratando de construir la imagen de un hombre fuerte, solo para convertirse en un viejo paranoico; atrás quedo la imagen del hombre con el torso desnudo a caballo. Es Ucrania la que tiene un verdadero hombre fuerte a cargo.
Es fácil para Putin encontrar puntos en común con otro burócrata senil como Biden, una ex activista comunista como Merkel o dictadores bananeros como Ortega y Maduro. Zelensky representa una nueva generación de líderes y hace que Putin parezca un armatoste de la vieja era que no tiene cabida en el mundo contemporáneo.
Lo que es peor para Putin, son sus tácticas difamatorias habituales que en realidad no funcionan; es difícil retratar a un judío de habla rusa del este de Ucrania como un nazi.
Que Ucrania, una sociedad tan similar a Rusia, haya logrado convertirse en una democracia y haya elegido a un líder moderno como Zelensky, es la peor pesadilla de Putin hecha realidad: demuestra que Rusia podría arreglárselas fácilmente sin él.
Putin puede caer mañana o dentro de 15 años, pero al final su destino está sellado. Por mucho que se aferre al poder, es cachivache del pasado y seguirá el camino de Stalin, Ceausescu e Idi Amin. Rusia no está reconstruyendo la URSS, no: la bestia está herida de muerte y lo que vemos no es más que agonía.
Yaroslav Mar em Twitter
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